«Generación del 600»

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Leí el otro día que la década de los sesenta fue la de mayor índice de natalidad del siglo XX. Vamos, que somos muchos los sesenteros.

Siempre lo he dicho, somos una generación híbrida ,estamos a caballo entre un extremo y otro, no somos de aquí y tampoco de allá.

https://www.youtube.com/watch?v=FEHNCaonLSU

Sufrimos muchas tiranías, no solo los estertores de la tiranía política –la peor de todas, que por fortuna en nuestra biografía ocupa poco espacio– sino muchas otras. Las de los dos rombos de la televisión en blanco y negro, la represión sexual, una educación muy machista donde había dos roles totalmente diferenciados, los «consultorios de la Señora Francis» (que escuchaba con fervor mi madre), y aquellos culebrones como “Lucecita”, donde llorábamos a moco tendido tres generaciones juntas: la abuela, la madre y una servidora.

Por supuesto, llorar no era cosa de hombres de pelo en pecho y a esos machos españoles que tomaban mucho soberano y casi nos obligaban a los infelices infantes a tomar Quina San Clemente cuando estábamos de bajón, ni siquiera se les ocurría integrarse en esos dramones.

Solo llorábamos las mujeres de la casa y nos enjugábamos los lagrimones con pañuelos de tela, a ser posible almidonados, ¡muy almidonados!, que a mi madre le encantaba el almidón y dale que te pego con toda la ropa más tiesa que tiesa, donde no valía ni expresar aquello de rasca mamá porque si rascaba, pues te aguantabas. Vamos, no es que no valiese, es que ni se te pasaba por la cabeza. Lo normal no era el “mimosín”, lo normal era que el pañuelo o la sábana almidonada te dejase secuelas en la piel.

Ya cuando descubrimos que la «tele» podía tener los colores del arco iris y cuando empezábamos a aficionarnos a las canciones de Jarcha y de Lluis Llach o de Raimon y tantos otros, cuando ya nos convertimos en espectadores de la transición democrática, entonces no íbamos de guateque (eso lo disfrutó la generación anterior) pero sí a la discoteque y teníamos clubs.

Recuerdo perfectamente en mi añorada patria chica el club amunt y allí que nos reuníamos los y las adolescentes ya rebeldes, con aquella tiranía muerta y otras muy vivas, aunque empezábamos a despertar y a saborear ciertos aires de libertad, pero seguía siendo todo muy rancio.

En las discoteques se bailaba suelto y también se bailaba agarrado que dirían los castizos, y cuando el «pincha discos»- y no Dj, nada de anglicismos-, cambiaba el ritmo de suelto a lento, allí que nos sentábamos todas las chicas tan pudorosas y recatadas esperando que un chico te sacase a bailar. Sí, sí, «te sacase», tú ni osabas hacer lo contrario y si alguna se pasaba de lista, ya tenía el “sambenito” colocado cual escapulario. Más valiese que estuvieses quietecita esperando que te invitase a bailar el príncipe de tus sueños.

Ahora, eso sí, si caía esa breva y el ínclito te impulsaba al baile agarrado, ahí empezabas a paladear aquellas primeras sensaciones que no solo consistían en ese revoloteo de mariposas en el estómago. Ya podía ser el preludio de algo más y ese algo más podía traducirse –solo podía-, en irse al «cuarto oscuro» que no era un castigo, sino todo lo contrario. Consistía en acomodarse en el lugar más recóndito de la “discoteque” donde se cruzaban los primeros besos furtivos y donde se podía pasar a la siguiente escena con un poquito más de acción, pero solo algo ¿eh?

Después vino la etapa universitaria y ese ya es otro cantar…

Va por todos los sesenteros, últimos «baby boomers».

Generación gloriosa.

@angels_blaus

Publicado por

Àngels Blaus

Cada aprendizaje es un regalo, incluso cuando el dolor es tu maestro. Quiero seguir siendo apasionadamente curiosa.

8 comentarios en ««Generación del 600»»

  1. Eran años «casposos» por el ambiente de nacionalcatolicismo de esa férrea dictadura que nos ponía mordazas en la boca e intentaba ponérnosla en la mente… Pero años que tenían los valores de las cosas compartidas en familia, de juegos imaginativos, de nula sociedad de consumo…

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