Contigo aprendí.

Se suele decir que lo bueno, si breve, dos veces bueno, o, aplicado a algún tipo de relación, que fue breve pero intensa. No me gustan estas frases hechas cuando de emociones se trata, y menos, si trasladamos la emoción al plano puramente afectivo, pero a veces, solo a veces, responden a la realidad.

disco

Te llamas como una de mis cantantes favoritas.

¿Ah sí? -respondió Natalia-.

¡Sí!, afirmó él con sus ojos claros haciéndole chiribitas.

Fue el momento en el que ella descubrió a Natalie Cole. No la conocía, aunque curiosamente sí había oído y escuchado a su padre, porque era uno de los cantantes favoritos de su abuela, es más, todavía creía que había alguna reliquia por su casa, algún disco de Nat King Cole de esos que en aquélla época se llamaban long play.

Se conocían poco tiempo pero cuando Natalia creía que algo parecido no sucedía, sucedió, porque aunque estaba convencida de que no existían los flechazos, ellos lo vivieron así, tal cual. Ya habían quedado en alguna otra ocasión, pero lo que más habían hecho es chatear. Ambos estaban divorciados, y era la segunda vez que la invitaba a su casa.

Se trataba de un bajo pequeño que daba a un jardín comunitario, y le pareció un espacio muy bien aprovechado. Fue otro de sus descubrimientos, porque Natalia había vivido en muchas otras ciudades y en ninguna estaba el espacio tan saturado como en Madrid, existirían esas capitales, no lo dudaba, pero ella no las conocía. Había visto semisótanos y viviendas lúgubres, grises, sin luz, sin suficiente ventilación, parecían ratoneras, pero ese bajo, mira por donde, era coquetón, aunque se notaba que el hombre cuyos ojos claros hacían chiribitas cada vez que la miraba, como si más que mirar simplemente se recrease y la contemplase, ese hombre, hacía tiempo que vivía solo.

Pensó que las casas habitadas por un solo hombre no tenían el calor que emanan las de mujeres en la misma situación, las habría confortables, seguro que sí, pero ella no las había visitado. Tenía muchas amigas que vivían solas y todas sus casas irradiaban el mismo ambiente, la misma energía, sin embargo las que había conocido ocupadas por hombres que no vivían con nadie más, podían ser unas más ordenadas o desordenadas que otras, pero solían ser frías. Al menos, esa era su experiencia.

Aquélla noche, el calor de ambos acabaría diluyendo esa fría decoración y gélido ambiente. Comenzaron con una cenita de película, todo estudiado, hasta el más mínimo detalle. Él sabía que Natalia se pirraba por los aromas, por los olores, por las velitas perfumadas, no en vano, su sentido más desarrollado era el olfato, e inundó la casa con ellas. Un aroma que fundido con otros sutiles efluvios como su perfume, ese que a él le encantaba, y unido a una botella de un gran vino blanco, bien fresco, que se fue evaporando entre risas y miradas encendidas, supuso que acabaran fundidos en largos y recreados besos, tras lo cual, el hombre de ojos claros le propuso bailar, como en sus mejores tiempos, y fue entonces cuando escuchó y disfrutó de esa música que quedaría perpetuamente grabada a fuego en su memoria: Natalie Cole, además, cantando en español.

«Voy a apagar la luz,

para pensar en ti,

y así, dejar volar

a mi imaginación…»

Natalia perdió la noción del tiempo. No supo si se agotó la reproducción de todo el álbum de aquélla maravillosa cantante con esa voz tan personal, o él le daba al play una y otra vez, solo recuerda su mirada clara, limpia, trasparente, penetrante, esa mirada que era mucho más que una simple mirada.

Jamás se sintió tan endiosada, tan empoderada, un estado anímico que había logrado recuperar muy poquito a poco, tras una ardua lucha, pero que había llegado para quedarse para siempre, y esa noche, todo se afianzó, ya nunca más sus cimientos emocionales se tambalearían. Se habían apuntalado definitivamente.

La relación fue muy breve pero intensa. Esa fugacidad no se pudo atribuir a la voluntad, sino a otras razones que no podemos controlar. De repente, el caballero de ojos claros y mirada limpia, desapareció, así, sin más explicación, como si se lo hubiese tragado la tierra. Meses después y tras muchas pesquisas, supo que una cruel enfermedad se lo había llevado, enfermedad que ya venía padeciendo cuando se fundieron al son de las canciones de Natalie Col.

Hay relaciones que parecen breves pero realmente acaban siendo eternas.

@angels_blaus

Publicado por

Àngels Blaus

Cada aprendizaje es un regalo, incluso cuando el dolor es tu maestro. Quiero seguir siendo apasionadamente curiosa.

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