Mi Blog debiera haberse inaugurado mencionando a mi Padre: El hombre más importante de mi vida, pero muy valenciana yo, todo empezó al estilo “pensat y fet” y ahora me percato que en este rincón para mí tan emotivo e incluso lírico, el mejor lugar le corresponde a ÉL, con mayúsculas, así que, como el orden de los factores no altera el producto, reproduzco aquí el post que en las navidades pasadas escribí a petición de la estupenda @SaraMolinaPT y http://marketingnize.com/ a quienes agradezco que pensasen en mí y por causa tan solidaria como la de ayudar a los enfermos de alzheimer y quiero reproducirlo además, porque como dijimos hace poco, en la red nada se olvida, por eso en mi Blog mi padre tiene que tener el mejor palco.
Papá: vuelvo a hacer público mi sentimiento y mi recuerdo:
“El padre se ha quedado niño,
débil. Casi un soplo, un aire
puede tirarle al suelo. Ahora
sus huesos son arcilla frágil
o tallos de cristal. Se queda
parado y nos pregunta por las
cosas más entrañables, como
si no las conociera…”
(Ramón de Garciasol : PADRE ANCIANO)
Confieso que uno de mis temores es perder la identidad.
No llegar a saber quién eres ni quién fuiste ni quién quieres ser o quién quieres seguir siendo, haber sufrido un total reseteo pero para no poder configurar nuevamente tu cerebro me parece tremebundo, por eso creo que hay que escribir- entre otras sanas costumbres-, y aprovechar la más mínima oportunidad para ir dejando regueros de nuestro yo, vestigios de nuestra vida, huellas de nuestra biografía, por si se esfuman nuestros recuerdos que, al menos, nuestros hijos o allegados puedan descubrir lo que tal vez no podamos contar de viva voz.
Y eso es lo que hago, porque a ratitos – aun cada vez más espaciados-, escribo a mis hijos y voy reflejando retazos de mi vida, retazos que no quiero que se borren y que algún día conformarán el legado que les quiero dejar.
La imagen que encabeza este post es la de una película que sin duda es, precisamente, una de las que nunca quisiera olvidar: The Notebook : «El Diario de Noa» en España. Película que narra una historia de amor intenso que se mantiene hasta el fin, aun cuando ella, con el paso de los años, termine sufriendo ese “mal”, pero en momentos lúcidos cuando reconoce a su pareja, es tal el sentimiento que ambos mantienen y conservan, que traspasa la pantalla y esa fuerza alcanza al espectador hasta conseguir emocionarlo.
Mi añorado padre quiso que fuese notario -ya lo resalto en mi perfil de Twitter- . Cuando terminé mi carrera de Derecho y siendo él oficial de notaría, no concebía que su hija se planteara otro tipo de oposiciones, pero así lo decidí, incluso en principio, lo achacó a mi consabida rebeldía. Pronto demostré que esa determinación estaba fundada en una férrea convicción y vocación y a partir de ese momento conté con su apoyo incondicional hasta el fin de sus días.
Él también acabó olvidando muchos datos de su semblanza por insuficiente riego cerebral, no tuvo ese mismo diagnóstico pero en cualquier caso, se esfumaron muchos episodios.
Es curioso cómo el ser humano cuando envejece, vuelve a tener comportamientos infantiles y si además tienen esa carencia, todavía se acentúan más rasgos que les convierten en “niños desvalidos”.
Su mirada ya era ausente, no era capaz de mantener una conversación coherente ni de principio a fin, se le enquistaban muchas palabras. Y así, poco a poco, se fue apagando como una vela.
Pude estar a su lado en sus últimos días y lo disfruté minuto a minuto. Pude besarle, acariciarle… Si hablaba de su gran afición: la pesca, yo le seguía, si hablaba del mar, nuestro mar mediterráneo que tanto le gustaba, yo le seguía, si sacaba a relucir algún dato de su etapa en la notaría, yo le seguía y así fue hasta que enmudeció, mezclando temas de modo desordenado, pero todo aquello deslavazado o inconexo, lo pude organizar a mi manera para intentar que él exprimiese sus últimos instantes.
Antes de dejar de hablar ya irreversiblemente, le pude preguntar: «Papá: ¿me querrás siempre?», y con una lucidez y claridad que hacía mucho que no tenía, de un modo inexplicable, abrió sus ojos y mirándome fijamente pudo responder: “por supuesto”.
Esa expresión serena y diáfana fue lo último que me dijo y algo que siempre me acompaña.
Por eso, porque no deseo olvidar nunca un episodio casi tan intenso como el que vive la pareja protagonista de la película mencionada y por si algún día se esfumase, aquí queda reflejado para la posteridad, porque como dijo nuestro gran poeta Antonio Machado: «De toda memoria, sólo vale el don preclaro de evocar los sueños», y yo no quiero únicamente evocarlos, también quiero invocarlos pero si no pudiera ser de viva voz, al menos, que quede constancia por escrito.
«Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar».
@angels_blaus