Y tras el escrutinio, cansada pero muy satisfecha.
Cuando como vocal judicial fui elegida presidenta de la Junta Electoral Provincial, emprendí un reto más, con la misma ilusión como emprendo todo, o, al menos, como así intento enfocarlo. Oiga, si algo se asume pues que sea con entusiasmo, ¿no creen?
Cuando se convocaron estas elecciones la mayoría de comentarios eran quejicosos por las fechas. Yo automáticamente di un giro y espeté:
«¡Qué va, magnífico!, estaremos al pie del cañón al son de villancicos y amenizados por el canturreo de los niños de San Ildefonso, con turrón y mazapanes«.
Y así ha sido, a lo que han añadido algún que otro vinito dulce, tipo mistela.
El proceso electoral viene regulado por la Ley Orgánica 5/1985 del Régimen Electoral General, conocida como «LOREG», y su espíritu, como en todas las leyes, se descubre leyendo su preámbulo.
Su objetivo esencial es lograr un marco estable para que las decisiones políticas en las que se refleja el derecho de sufragio se realicen en plena libertad.
Sin duda, una de las normas estrella de un Estado Democrático pues afecta nada menos y nada más que a uno de nuestros derechos fundamentales: la regulación del sufragio activo y pasivo para todos los ciudadanos conforme al artículo 23 de la Constitución (con las excepciones previstas en cuanto a causas de inelegibilidad o a quienes son directamente inelegibles y quiénes pueden ser electores).
Y desde que se da el pistoletazo de salida con su convocatoria, créanme, no se para. Los «faxes» echan humo, la entrada de escritos es constante y nuestras convocatorias y reuniones también, a las que más tarde se incorporan los vocales no judiciales (nombrados por la Junta Electoral Central entre catedráticos, profesores titulares de Derecho o de ciencias políticas y de sociología o juristas de reconocido prestigio residentes en la provincia). Reuniones donde los debates siempre son enriquecedores.
Hoy tenemos la gran fortuna de vivir una era digitalizada. Todo se facilita, empezando por las instrucciones y toda la ingente comunicación que se cuelga en la página web del ministerio de interior, donde hay una pestaña exclusiva de información electoral. Y es que hubo una época no demasiado lejana, en que el recuento, por poner un ejemplo, se hacía al estilo «palotes» escritos en una pizarra.
No ha transcurrido tanto tiempo y, sin embargo, el salto ha sido de tal entidad que aquello parece prehistórico.
Uno de los momentos culmen del proceso es el de la formación de las mesas, lo cual compete a los ayuntamientos. El presidente y los vocales de cada mesa son designados por sorteo público y tras el mismo, comienza otra fase, la de las «excusas», algunas de ellas graciosas, dicho sea de paso, pero ese trabajo corresponde realmente a la Junta Electoral de Zona.
Ya en campaña, que comienza el día trigésimo octavo posterior a la convocatoria y, como todo el mundo sabe, dura quince días, surgen muchas incidencias (en algunos procesos más que en otros), que igualmente se resuelven en esas convocatorias tan enriquecedoras a las que antes me referí.
Otro momento estrella es el de la jornada electoral. Jornada en la que deben reunirse cada presidente y vocales de mesa a las ocho de la mañana, como un clavo, en su colegio o local correspondiente para preparar el «papeleo» o comunicar cualquier problema que surja a la Junta Electoral de Zona y esta en su caso, a nosotros (Junta Electoral Provincial).
En la primera media hora se incorporan los interventores con sus credenciales y ya una hora después, a las nueve en punto, da comienzo la votación propiamente dicha.
Jornada agotadora que no termina cuando se cierra el colegio electoral, porque es precisamente en ese momento cuando empieza lo más laborioso, el recuento o escrutinio de votos de cada mesa y la distribución de todo el expediente electoral en tres sobres, que deben trasladarse al Juzgado de 1ª Instancia o de Paz a cuya demarcación se pertenezca, siendo ese juez quien dentro de las diez horas siguientes a la recepción de la última documentación se desplaza a nuestra sede, la sede de la Junta Electoral Provincial, donde la entrega.
En concreto, entrega el primer sobre que es el que contiene todo el expediente. De ahí que esa jornada para nosotros acabe de madrugada.
Pero todavía quedan algunos momentos estelares, como el que hoy hemos vivido y el que inspira este post.
Es el día del escrutinio general. Los miembros de la Junta Electoral Provincial nos reunimos con los representantes y apoderados de las candidaturas que se presenten en la sede del local donde ejerce sus funciones el secretario. Lo hacemos también a las ocho en punto y se extiende acta de constitución.
En acto único y público, primero se procede al voto CERA: Censo de los españoles residentes ausentes que viven en el extranjero y su posterior escrutinio.
Tras ello, comienza la verificación del recuento de toda la provincia y la suma de votos admitidos.
Y quedan dos secuencias en las que intervenimos. Posteriormente firmaremos el acta de proclamación de los electos y haremos entrega de credenciales.
Aquí finaliza nuestro guion. Tras esa última escena, los diputados y senadores electos tomarán posesión.
Nos representan, hemos protagonizado la fiesta grande de la democracia, hemos manifestado nuestra voluntad y tienen que saber leerla. Como siempre veo el vaso medio lleno, quiero confiar y además, en mi caso, si sigo en el mismo destino y de nuevo resulto elegida, espero volver a vivir este proceso con el mismo entusiasmo, no sin antes solicitar más medios para esa próxima ocasión, como una línea móvil operativa solo para este trámite, entre otros varios que suplimos con los propios.
Mi gran aplauso hasta que enrojezcan las palmas de mis manos a todos los votantes, con especial cariño a los compatriotas que viven en el extranjero, a todos los miembros de las mesas electorales, a los apoderados e interventores, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a todas las autoridades que velan por nuestra paz y a quienes con medios técnicos facilitan el trámite para que este pueda resultar más accesible y menos tedioso.
Y ahora me pongo de pie mientras siguen enrojeciéndose las palmas de mis manos:
A todos mis compañeros jueces y juezas que han formado y forman parte de las juntas electorales como presidentes o vocales, a los delegados provinciales de la oficina del censo electoral (Instituto Nacional de Estadística ), privilegiadas mentes matemáticas -los que yo he conocido- , a todo el personal colaborador, funcionarios y personal laboral y, ¡cómo no!, a los vocales no judiciales, juristas de lujo y a los secretarios de junta, con especial mención a la secretaria de nuestra junta, que hace siempre una labor encomiable y cuya larga y trabajada experiencia nos proporciona a todos tanta tranquilidad y seguridad. Gracias Pepa.
Y ahora sí:
Feliz Navidad y enhorabuena a quienes hayan sido premiados con la lotería nacional. A los que no, entre los que me encuentro, siempre nos quedará «El Niño».
@angels_blaus